Existen varias distorsiones e inequidades que hacen que el Impuesto a las Ganancias sea un impuesto regresivo en lugar de progresivo, entre ellas podemos hacer referencia a la “suspensión” del ajuste impositivo por inflación, la falta de actualización del mínimo no imponible y demás deducciones y el congelamiento de las escalas de las alícuotas entre otras.

Así, los alcanzados por Ganancias con ingresos medios y en términos reales bajos, pagan las tasas más altas, mientras quienes ganan más pueden estar exentos. Ello se ha acrecentado aún más desde el dictado del Decreto 1242/2013.

A modo de ejemplo, podemos citar el caso de un empleado que trabajaba en un puesto de jefe de administración que durante el período 01/2013 a 08/2013 cobraba una remuneración bruta mensual de $15.000 quien no tributará Impuesto a las Ganancias desde 09/2013. Durante el 2014 y 2015 ha logrado ascensos por buen desempeño, llegando a ser Gerente General y teniendo actualmente un sueldo mensual bruto de $100.000. Ésta persona continuará sin tributar el Impuesto a las Ganancias por aplicación de lo mencionado en el Decreto antes mencionado.

En cambio, a un empleado que en enero-agosto de 2013 estaba alcanzado por Ganancias y ahora gana $25.000, le siguen descontando el impuesto. A su vez, a los empleados que iniciaron actividad o a los que se jubilaron después de septiembre 2013 con sueldos inferiores a $15.000 y en 2015 superan esa cifra les están reteniendo Ganancias, de acuerdo a la resolución 3770 de este año.